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Gran Bretaña - 01/09/05
Un DISCUTIBLE STRENSALL
Los Comisarios investigan de oficio y, pese a reconocer los hechos, dejan inalterado el resultado provisional
Por CFGD El pasado miércoles se corría en el hipódromo de York el G3 Strensall Stakes, prueba en la que partía favorito unánime MARAHEEL pero que contaba con el aliciente de comprobar de qué manera afrontaban su primer compromiso pattern el O´Brien MULLINS BAY –que pasaba de hándicap a G3- y el Godolphin ANDEAN, que hasta la fecha sólo había ganado una de condición. Sorpresivamente para algunos, MARAHEEL acusaba su última carrera o encontraba la distancia algo corta, dejando a los dos citados más arriba el campo libre para sus aspiraciones. Y no defraudarían porque, tras conducir todo el camino Dettori con ANDEAN, MULLINS BAY –con Fallon a bordo- se ponía a su altura e intentaba despegarse de su enemigo, protagonizando ambos en los últimos cuatrocientos metros una lucha cuerpo a cuerpo –nunca mejor dicho- en la que el de O´Brien obtenía un cuello de ventaja en la meta. Pero si la historia se cuenta sin mayor detalle, sería incierta, ya que, tras la carrera, harían su entrada en la escena de la teatral comedia unos protagonistas que sólo asoman la nariz en caso de conflicto: los comisarios de carreras que, actuando de oficio, iniciaron una investigación que –como no podía ser de otra manera tratándose de la Pérfida- se quedaría en el agua de borrajas que por aquellos lares se acostumbra en similares ocasiones. Para los que no lo vieran: a falta de 400 metros, ANDEAN acelera y, por el centro de la pista, en perfecta línea recta, trata de poner espacio entre él y los que vengan. Y el que llega con mayor ímpetu y con buenas dosis de fuerza es el ex handicapper MULLINS BAY que se empareja al de Godolphin y, de mayor envergadura, lo adelanta por menos de una cabeza, al tiempo que se le acerca lateralmente de forma tan progresiva que por dos veces le toca, empujándole hacia la derecha, sin que Fallon pueda siquiera colar el látigo por entre medias, tan cercano el cuerpo a cuerpo era. Los últimos 150 metros concluyen en una lucha a palo limpio, con los dos jockeys al máximo y siempre con el de O´Brien arrastrando al de Bin Suroor hacia los palos de fuera. Gracias a que estaba el poste que, de haber seguido aún la recta, Fallon echa a Dettori de York y aún de Inglaterra. Referidos los hechos tal y como acontecían, el segundo acto era el que se puede prever en cualquier carrera inglesa en la que no haya corrido abundantemente la sangre de hombres y bestias: que los comisarios, tras investigar lo ocurrido y reconocer que las cosas habían sucedido como se cuentan, declaran inalterado el resultado y ello pese a que sólo un cuello separaba a los actores en la meta. Y por más que semejante actitud -en una línea de conducta muy homogénea- sea más que discutible y vivo objeto de polémica para cualquiera que tenga sangre en las venas y ojos en la cara o gafas que los protejan, para arreglar más las cosas, salta a la escena de tan notable tragedia uno de los responsables de la controversia que incluso entre los sajones estaba causando pasmo, asombro y sorpresa: un comisario, al que las cámaras de TV formulan las obligadas preguntas que pudieran esclarecer una decisión que demasiadas voces juzgaban arbitraria. Las respuestas del Comisario en cuestión nos resultan muy útiles para el futuro: olvidemos que esos jueces se rigen por criterios de objetividad y señalemos, por el contrario, aplican lo que subjetivamente les ha parecido el incidente una vez contemplada mil veces la película de la carrera. En el presente caso, consideran que es accidental y que MULLINS BAY ha ganado “on merit”. Cuestión del color del cristal…Y de no llevar un boleto de ganador al perjudicado, pues nos va a dar igual. Crónica PREVIA de esta carrera
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