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viernes 19 abril 2024


Roberto López, primer mozo de C. Lerner. Foto: Jesús de Miguel





Francia - 29/05/02
Roberto López, en la sombra de ANABAA BLUE y VOLVORETA
El antiguo mozo de Peralvo y Ovidio es la mano derecha de Carlos Lerner en Maisons-Laffitte

Por Jesús de Miguel

  • Efectivamente hubo gente que cuando cerraron el Hipódromo de Madrid no se planteó vivir lejos de estos animales de cuatro patas de los que solemos hablar tanto algunos. Y entre esta gente hubo a quién no le faltaron oportunidades de buscarse el sustento en otro sitio más seguro. Tanto a Roberto como a su hermano Jorge les ofrecieron, por esta época, trabajos seguros, sencillos y bien pagados que les podían permitir seguir de cerca el mundo de las carreras como afición.

    JM: Pero me parece, Roberto, que tú llevabas muchos años con otra idea en la cabeza...

    R.L: Y que lo digas, yo llevaba toda la vida, desde muy pequeñito, rondando por los cascos de los caballos. Vivíamos en Aravaca y en nuestro entorno toda la gente trabajaba en el hipódromo y a mí desde el principio me empezó a tirar. La de disgustos que se llevaba mi padre porque él no quería que me relacionara con este mundillo porque a él le parecía de mala fama, conocía a gente de los caballos que no llevaban una buena vida y quería alejarme lo más posible de todo eso. Pero cuando yo tenía unos doce años ya no entraba en razones y tenía que contarle algún cuento para poder irme a montar. Le decía que me iba a subirme a los árboles y a cazar pájaros, yo qué sé, lo que se me ocurría que podía parecerle bien que hiciera un chaval para entretenerse... pero me iba al hipódromo a montar. Hasta que claro, un día me pegué un costalazo y por más que le dije que me había caído de un árbol, él ya debía de olérselo y la que se pudo montar... menos mal que por entonces él debió de ver que lo mío iba muy en serio y que como estaba en un establo también de gente muy seria y trabajadora, como es el de Ovidio, se despreocupó un poco. Así que vayamos a ese momento que dices en que trabajar con los caballos se puso cuesta arriba aquí en Madrid y, es verdad, nos ofrecieron a mí y mi hermano un trabajo. Pues mi hermano también quería seguir con algo de esto pero yo le dije: “Mira, en una misma familia dos que hagan el tonto no puede ser, uno si quiere que sea idiota pero el otro tiene que progresar”. Y con esto le empujé a que aceptara el puesto.

    JM: ¿Y tú?

    R.L: Pues yo me fui a París con lo puesto y me dije que Chantilly podía quedárseme un poco grande al no saber francés y que quizá era un poco elitista. Así que me vine directamente a Maisons-Laffitte sin saber decir “hola” en francés.

    JM: Pero coméntanos antes qué carrera habías hecho en el Hipódromo de La Zarzuela.

    R.L: Bueno pues había aprendido el oficio con Ovidio y después estuve de primer mozo con Antonio Peralvo en toda aquella gran época ya sabes, Dom Alain, La Potita... Cuando el barco de La Zarzuela empezó a zozobrar los entrenadores fueron perdiendo caballos y algunos tuvieron que abandonar, como le ocurrió a Peralvo, y en ese momento me decidí a sacarme la licencia para entrenar y ponerme de independiente. No pude elegir un momento peor, si lo miras con perspectiva.

    JM: Y te dijiste “vámonos a aprender a un sitio grande”.

    R.L: Pues exactamente lo que me dije fue “vámonos a donde los caballos galopen, y sin sobresaltos”. Pero sí, sí era momento para mirar a un centro de entrenamiento importante y aquí llegué, al hotel para mozos de Maisons-Laffitte. Aquí contacté con un herrador amigo de mi padre y cuando me comentaron que había un argentino vi mi oportunidad. Vine aquí a presentarme a Carlos Lerner y me ha ido de maravilla.

    Roberto López con PRIX D'ANI (por Donehill) 1.4 millones de FF. Foto: Jesús de Miguel

    JM: A Carlos Lerner no se le había oído nunca en España hasta que empezó a destacar Volvoreta, y al año siguiente se apunta el Jockey Club con Anabaa Blue. Desde luego le has traído suerte.

    R.L: Carlos y yo hemos hecho un equipo que funciona muy bien. Él siempre ha estado muy abierto a mis ideas y me ha dado mucha cancha. Cuando yo llegué a la cuadra Carlos era sobre todo un entrenador de obstáculos e intentaba comprar barato, hacer ganar nivel al caballo y venderlo pronto. Yo le dije: “Carlos, así no puedes aspirar nunca a ganar un Jockey Club o un Diane, para eso hay que tener en la cuadra yearlings con buenos orígenes”. Pero él me decía que eso era muy caro y que había que tener caballos que corriesen el domingo siguiente. Pero vio que yo trabajaba mucho y muy serio y que poco a poco iba aportando ideas para mejorar los métodos de entrenamiento de la cuadra y empezó a traer a algún dos años con orígenes interesantes. Y apareció Volvoreta.

    JM: ¿Cómo cambió la vida en la preparación y cómo lo viviste como experiencia personal?

    R.L: Yo en el año 2000 me pasé el año entero viviendo para Volvoreta. Nos había caído una verdadera gema, y no sólo nosotros nos dimos cuenta. Poco después de ganar el Prix Penélope, que la convirtió en la favorita del Diane, un día vino el mismísimo Daniel Wildenstein con su hijo Alec a interesarse por la yegua y a ver si la compraban. Después me enteré que el padre hacía cinco años que no iba a ningún establo, ni siquiera a los suyos, a los Allez France Stables. A esa yegua la llevo en el corazón y siempre estoy pidiendo noticias de ella. Ahora la han vendido por una millonada a América para criar. Además que la cuadra Alborada se la podría haber quedado pero esa cuadra ha hecho una liquidación y ya no tiene nada.

    Roberto López con N 2 años, hijo de WOODMAN. Foto: Jesús de Miguel

    JM: Y la definitiva coronación fue con Anabaa Blue.

    R.L: Otra vez que me pasé un año entero preocupado por uno de nuestros caballos. Ocurrió igual que con la yegua el año anterior, la primera mirada del día y la última eran para ellos. Estaba verdaderamente histérico porque además lo consideraba en gran parte un éxito personal. Fíjate en los vídeos y verás que necesitaba ser soy yo mismo el que sacara a los dos caballos en los paseíllos del paddock. Y no sé si se verán las ojeras, porque, chico, las noches anteriores no dormía nada, que si a ver si duerme bien, que si vamos a ganar el Jockey Club, que si es el hijo de un sprinter... Pero además te aseguro que los meses siguientes percibí bastantes envidias de gente que no digería bien que gente de fuera hubiera ganado la carrera nacional estrella, con un primer mozo español, un entrenador argentino y un propietario que es, no italiano, sino de Grecia o Malta o por ahí.

    JM: Ahora ya tendréis potros que pueden volver a llevaros a las clásicas.

    R.L: Sí, tenemos ya una gran apuesta, con 62 caballos en tres establos y muchos jóvenes. Tenemos algunos potros de Wildenstein, y que los propietarios de primera fila confíen en ti es el verdadero reconocimiento y ya un establo así merece un gran respeto entre los profesionales. Uno de estos de Wildenstein se llama Start Watchert y me ilusiona mucho, y hay algunos que han debutado muy bien. Quizá la mejor ahora mismo sea Little Treasure, que ha ganado a una yegua que va a correr la Poule [esa yegua, Polygreen, fue séptima después en la Poule, mientras que posteriormente, Little Treasure se ha adjudicado el Listed Prix de Bagatelle]. Y tenemos buenos dos años sin debutar.

    JM: ¿Cómo fue el proceso de adaptarse a otro país y a otro idioma?

    R.L: Ahora ya estoy muy a gusto pero la vida en Francia no es igual que en Aravaca y a mí me costó mucho adaptarme. Ahora ya mi francés es casi total, y además las órdenes en una preparación son siempre las mismas y hay un grupo de palabras que se aprenden rápido. Pero lo que cuesta es hacerse un sitio viniendo de fuera porque la gente lo considera suyo. Yo eso lo empeoré porque no soy de los que se callan y casi sin saber francés estaba todo el día: “esto no se hace bien, esto otro no funciona...” Pero sabía lo que me decía y se ha confiado en mí y aquí estoy de primer mozo trabajando muy en equipo con Lerner. Y todavía te diría que los mozos y jockeys en España son más profesionales y aman más al caballo. Aquí entre los mozos, pues, hay que estar muy encima de ellos y hay una vida un poco más disoluta.

    JM: Te tengo que preguntar cómo ves la situación de La Zarzuela.

    R.L: Pues te lo iba a preguntar yo a ti. Siempre estoy preguntando a todos con los que hablo y cada uno me dice una cosa y ya no sé qué pensar. Yo estoy perdiendo la esperanza. No estoy como loco por volver porque aquí he hecho una carrera y me va muy bien, pero mi país es España y en el futuro me estableceré allí como entrenador. Y me cuesta aceptar que ese puesto futuro aún no está organizado, no tiene un lugar físico. De momento han pasado más de cinco años y me temo que soy escéptico.

    De paseo por Maisons-Laffitte

  • Sin grabadora, casi sin coger notas, así hicimos esta entrevista a Roberto, a un español al que consideramos, yo y mi hermano Jorge, como responsable en un porcentaje muy alto de un éxito tan sobresaliente como haber ganado un Jockey Club, un Vermeille y un tercero en el Arco. Pero Roberto se llenó de alegría cuando dos españoles le dijeron que le iban a visitar en Maisons-Laffitte. Aunque hubiéramos pretendido hacer una entrevista al uso no hubiera sido posible porque Roberto insistió en irnos a comer para celebrarlo y regarlo con un buen vino y entre pregunta y pregunta nuestra insistía en preguntarnos él por novedades sobre Madrid, por conocer cómo le iba a gente como Ovidio o el propietario de la cuadra Pleno y otra mucha gente. Nos hubiera encantado escuchar un prolijo relato del año 2000 y los muchos pequeños detalles relacionados con la hija de Robertiya pero quedan para otra ocasión porque Roberto, feliz con su idioma, volvió por unas horas a sus tiempos en La Zarzuela y revivió aquellos momentos de los comienzos de su oficio. No hubo problema por nuestra parte, ya que pronto nos dimos cuenta de que es cuestión de tiempo que la actualidad (quizá Little Treasure o ese hijo de Woodman) nos vuelva a llevar a Maisons-Laffitte. Donde tenemos un amigo.









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