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Estados Unidos - 28/10/02
WORLD SERIES: HIGH CHAPARRAL se hace con la TURF
En una pista vergonzosa bate con autoridad al lote más corto de la historia de la prueba
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En la –para nosotros- noche cerrada del Sábado 26 se corría la John Deere Breeders´Cup Turf, una prueba de GRADO 1, sobre los 2400 metros de la pista (¿?) de turf del Hipódromo de Arlington, Chicago, USA, undécima manga de la World Racing Series. Vencía con la gorra el representante de O´Brien, HIGH CHAPARRAL, que dejaba detrás el lote más corto de la historia de esta carrera. Y especifico: corto en cantidad y en calidad.
 Muchas dudas he tenido sobre la conveniencia personal de hablar de esta carrera. Finalmente, la voy a contar para aquellos que no hayan podido contemplarla ni en directo ni en diferido, aunque les anticipo que no se han perdido nada. Nada que no sea la enorme calidad del doble Derby-winner, HIGH CHAPARRAL que –a pesar de mostrar esta vez una acción más cortita de la habitual y menos brillantez en su galope, en mi opinión- pasaba por encima a un grupo de jamelgos muy inferiores a él. No mucho más podía esperarse de una carrera corrida en una pista (¿?) de hierba -de la que después hablaré- a tren de carrera francesa, dónde tomaba el mando THE TIN MAN, con HIGH CHAPARRAL en medio del lote y GOLAN, el otro europeo de renombre, atrás, como ausente. En la curva aceleran y atacan como los del Séptimo de Caballería con la lógica consecuencia de que los que vienen más al exterior derrapan como motos, con la evidente dificultad posterior de equilibrarse en una recta que es una broma de mal gusto. Eso le ocurre a GOLAN, por ejemplo, que cuando cundía la siniestra sospecha de que el que estaba en la pista no era el hijo de Spectrum que ganara un día las Guineas y otro el King George sino precisamente su “espectro” (permítanme el juego de palabras), en plena curva, acelera a lo bestia, con la inevitable consecuencia de abrirse sin control, derrapar y entrar totalmente desequilibrado en la recta, con ninguna opción que no fuera la de hacer el ridículo. Al Cielo gracias, Kinane había comprendido la dura lección sufrida en la Mile y tenía al CHAPARRAL en medio, pudiendo colocarle bien cerquita a la salida de la curva, equilibrarle sin problemas y decir “adiós, muy buenas” al resto, con la mayor facilidad. Aunque –repito- no con la brillantez de que le sabemos capaz, algo disculpable por mil razones. Terminaba bien el blanquito de todos los años, WITH ANTICIPATION, uno de los pocos especialistas con que los americanos cuentan, a cuerpo y cuarto del de Ballydoyle, con FALCON FLIGHT, en su valor, tercero, a tres cuartos y cuarto el conductor, un cuerpo detrás.
Confieso que, a la hora de celebrarse la Turf no había logrado reponerme de lo acontecido en la Mile. No podía –ni puedo- olvidar la imagen de un potro quebrándose en pleno ataque, ni la ignominia de ver que una carrera de GRADO 1, en la que se supone participan los mejores milleros del mundo, se pretende correr –y se corre, de hecho- en una pista que no reúne las condiciones mínimas que aseguren un recorrido seguro, serio y verdadero. Me decía Ascotman que incluso La Zarzuela era superior. Y no puedo contradecirle. Pésima imagen la que los americanos ofrecen disponiendo como lugar de competición un trazado como ése, con una recta de juguete –no sé si llega a los 300 metros- en un hipódromo que se presume de primera categoría, dónde no van a correr cuatro pencos, sino muchas rutilantes estrellas del panorama turfístico mundial. Pero si pésima es la imagen de los organizadores en la que –por cierto- dejan patente su desprecio hacia las carreras de verdad, funesta es la actitud de quiénes aceptan arriesgar a sus pura sangres –tanto en lo físico como en lo que al prestigio respecta- en un recorrido como ése. No quiero decir que fuera la causa de que LANDSEER acabara ahí su vida, que lo ignoro, sino que, desde el punto de vista deportivo, en una pista de esas características no se pueden celebrar carreras de GRADO 1 porque el resultado que han de arrojar tiene un alto porcentaje de ser más falso que Judas. Si hay quién crea –siempre que no sea un francés, por favor- que DOMEDRIVER puede batir nunca a ROCK OF GIBRALTAR en un lugar civilizado (me abstengo de listar los hipódromos que reúnen características suficientes, por prolija), es muy probable que haya acabado con las reservas de espirituosos caldos de su bodega. Vamos, que tenga una intoxicación etílica de cuidado. Porque si una cosa quedó clara en esa maldita carrera es lo bueno, lo rebueno que es ese hijo de Danehill, cuyo nombre -ignoro por qué- ofende a tantos. Personalmente confieso que, si Ferguson aceptara el trueque, le cambiaba la Roca de piedra por ese pequeño, compacto y fantástico potro. ¿Ustedes no?
¡Ah! Lo olvidaba. Escribo GRADO 1 en mayúsculas, no para enfatizar su importancia, sino por diferenciarlo del Grupo 1, que son dos cosas distintas.
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