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Francia - 22/05/03
MILLENARY, distanciado
LOXIAS consigue el G2 Jean de Chaudenay en los despachos, en discutible decisión de los Comisarios de Carreras
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Miren ustedes por dónde una carrera como el J de Chaudenay que, dado el número de participantes y la calidad de los mismos –ambos escasos- iba a disfrutar de una crónica rutinaria, puede provocar un comentario amplio y no exento de polémica.
Por empezar la casa por los cimientos, digamos que, de salida, toma la cabeza SNOW CAP, marcando el ritmo que ya conocemos, el que cubre de oprobio la generalidad de las carreras francesas, el que da lugar a que los resultados no respondan a la realidad, el que motiva que no pocos caballos realicen carreras falsas que en la siguiente quedan desmentidas (caso muy cercano: el de FIDELITE que, en confesión de su entrenadora, sólo es cuarta en el Vanteaux porque el tren fue muy lento y, en su siguiente, gana el St. Alary. Y a los apostantes…¡Que les zurzan!). Volvamos a la carrera: a los 650 metros de la salida, Eddery se da cuenta de que como no tome personalmente cartas en el asunto, la inteligente matrícula de Dunlop se va a convertir en un viaje de turismo de infructuoso resultado, por lo que toma la cabeza, imprimiendo un tren regular y sostenido, propio de un Grupo 2. Desembocan en la recta con MILLENARY en cabeza –no por los palos como dicen algunos, pero sí más cerca de los palos que del exterior- algo flotante por la falta de apoyo. El de Eddery rechaza el tímido ataque de MARTALINE, destacándose unos metros pero sin atender el requerimiento de su jockey que trata de cerrarlo hacia los palos, momento en el que LOXIAS –que venía con fuerza- llega a su altura, disputando ambos la llegada durante los últimos 200 metros, cuerpo a cuerpo, obteniendo el inglés una ventaja mínima en la misma raya. Presentada reclamación de oficio, en la toma frontal se aprecia cómo MILLENARY va paulatinamente inclinándose hacia su derecha, llegando a contactar en varias ocasiones con LOXIAS, sin que Pat –que lo intenta todo- pueda evitarlo y sin poder darle un palo, a pesar de haber cambiado el látigo de mano, tan cercana era la presencia del de Laffon, mientras que Peslier en ningún momento deja de pegar. El distanciamiento, con el Código en la mano, es de libro y así se produce.
Un distanciamiento legal pero, a mi juicio, injusto. Porque el distanciamiento debe producirse cuando el infractor haya impedido estar más cerca –en este caso, ganar- al que ha sufrido la molestia, circunstancia que aquí no se produjo pues Peslier en ningún momento dejó ni de empujar ni de castigar a su montura, extrayéndole todo lo que tenía, todo lo contrario que Eddery que hizo uso de toda su experiencia y sabiduría para impedir que MILLENARY se inclinara y, al tiempo, seguir empujándole a brazo puro, cuando el uso moderado del látigo le habría permitido batirle cómodamente. Prueba de lo anterior es que los contactos que entre ambos caballos existieron no fueron choques duros que provocaran desplazamientos, ni que modificaran un ápice la conducción de Peslier, sino contactos leves. La infracción existió pero la molestia no fue causa de que el segundo no pudiera ser primero. Y así lo reconoce –entre líneas- el mismo Carlos Laffon cuando declara que es seguro que MILLENARY contaba con muchos recursos, que Pat Eddery hizo cuánto estuvo a su alcance para evitar el contacto, pero que ambos empezaron el ataque por los palos –no hay tal- y terminaron por el centro de la pista –cierto-, añadiendo que el distanciamiento se había producido por la corta diferencia entre uno y otro en la meta y terminando: “Es lamentable ganar así un Grupo 2 pero el Código está para respetarse”, en lo que el español tenía toda la razón.
Pero no es la situación puntual la que cuenta, sino el fondo del asunto que puede ser causa de que los resultados de las carreras francesas sean cada vez un más alejado reflejo de la realidad. La falta de paso normal –ni siquiera se pretende que sea selectivo- está dando lugar a ello, con la consiguiente desvalorización de las pruebas en que acontece, sin hablar del despiste del aficionado y apostante que ya no puede estar seguro de nada a la hora de estudiar el papel de una de esas carreras. MILLENARY –que es un ganador clásico, duro y luchador, curtido en una y mil batallas de superior enjundia a ésta, al que no conviene especialmente llevar el mando de la carrera- está aislado al encontrarse sólo en cabeza nada más iniciar la recta, posición a la que se había visto abocado al deber marcar él mismo el ritmo de la carrera. De mil veces que disputen ambos la prueba con un recorrido serio, las mil recaerían en el hijo de Rainbow Quest que, por cierto, daba dos kilos y medio a su rival. Está visto que el foráneo que quiera ganar en París debe ir acompañado de un pacemaker para no correr riesgos innecesarios. Claro que, en el fondo, no hay que extrañarse tanto de lo que sucede en un turf en el que a todo esto se le llama “tácticas” y en el que permanecen impunes conductas como la protagonizada por todos los profesionales que competían el pasado año en el Niel.
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