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jueves 28 marzo 2024



- 18/02/23
EL DEBUT
Un 15 de febrero cualquiera, la vida me ha traído hasta Kempton Park

Rodrigo García Bergareche

Hoy, un 15 de febrero cualquiera, la vida me ha traído hasta Kempton Park

Ella, como ser inescrutable que es, ha querido que sea este lugar el tercer hipódromo en mi haber en el que admiro este espectáculo vibrante. Espectáculo que, desde que tengo uso de razón, me imantó en las gradas de Lasarte, cuando admiré por vez primera cómo los colores viajaban raudos sobre unas fuerzas de la naturaleza majestuosas.

  • Y hoy, en un momento dado, cuando he visto al paquete correr a lo lejos por la arena oscura en un anochecer frío e invernal, se me han presentado aquellas imágenes difusas de hace más de veinte años, bañadas por el sol y la luz de las tardes veraniegas a orillas del río Oria.

  • Ha pasado mucho tiempo -casi tres décadas- para que ésto sucediera, para ir a las carreras en un sitio distinto a los habituales, y estas líneas vienen a resumirlo.

  • Sin embargo, todo empieza varias horas antes de que se abrieran los cajones. Porque la existencia, también caprichosa, ha querido que yo viva en el otro extremo de Londres. Si Sunbury-on-Thames, hogar del recinto, está a 18 millas -o 30 kilómetros en cristiano- al oeste del centro de la ciudad, mi casa se sitúa a 14 millas o 22 kilómetros al este, en plena zona 6 o, lo que es decir, en la misma grupa del mundo.

  • Así, aunque la reunión da comienzo a las cinco de la tarde, salgo a eso de las doce para coger el primer bus de mi odisea: el número 99. El día ha empezado anormalmente radiante meteorológicamente hablando, pues un sol rotundo luce en el cielo, a tal punto que los naturales salen en manga y pantalón corto a recibirlo. El viaje se prolongará durante cuatro horas. Las dos primeras entre el citado bus y el 53, además de un paseo por el corazón de la ciudad -atestado de fotodependientes inmortalizando la torre de Londres hasta la saciedad- hacia la estación de Victoria. Allí, tras un impass de unos cuarenta minutos, tomo otro trayecto con transbordo incluido que me lleva a mi destino.

  • Finalmente, tras ir contando las estaciones casi una a una, rondando las cuatro de la tarde, hora en que ese sol inesperado comienza a descender, atisbo por primera vez la tribuna que se recorta a la luz, entre los árboles del bosque que se interpone entre la vía y el sitio deseado. Cuando termino por ver la pista mientras el tren aminora la marcha, me doy cuenta realmente de que el momento está en mi mano.

    Aquí estoy, en Kempton Park, dispuesto a ver ocho carreras.

    De la parada a las puertas hay un parking que se recorre en un par de trancos. Llego, compro el programa y entro por fin.

  • Ahora todo son estímulos que me llaman, recorro de arriba abajo el lugar inspeccionándolo todo, memorizándolo, aprehendiéndolo ávidamente, como un adicto. El hipódromo es pequeño, según se entra a la derecha queda el paddock, que tiene dos estatuas equinas: una dentro, anónima, y otra fuera, la del blanquísimo Desert Orchid - Dessie para sus admiradores-, un afamado corredor de vallas que, entre otros logros, ganó tres veces el King George (no el de Ascot, el de Kempton, he ahí la talla).

  • El primer caballo de carreras que veo en Inglaterra, cuna de este deporte, es, casualmente, el único tordo que va a correr hoy: se llama Mountain Run, lleva el 2 en la mantilla e irá de negro y naranja. La primera cita es un hándicap clase 6 para 3 años con nueve corredores sobre 6 furlongs o 1200 metros. Los favoritos son Alaskan, Harry With Style y Sweet Idea, Ok Pal se erige como sorpresa. Me decanto en espíritu, que no en taquillas, porque no apuesto, con este último.

  • Pues bien, como si el lugar quisiera dar la bienvenida a un nuevo visitante para congraciarse con él, resulta que Ok Pal (Vale Colega -y lo será para siempre-), de amarillo con estrellas verdes, gana en una de esas actuaciones que tanto me gustan, de punta a punta, con Dougie Costello en la silla y Tony Carroll como entrenador. Toma la delantera desde el inicio seguido por Sumac, que nunca abandona su puesto para confirmar una gemela concebida desde el golpe de cajones. El favorito, Alaskan, cierra el paquete y sólo recortará una posición en la llegada. El trío lo cierra Bridge Water con un buen remate desde el fondo por dentro.

  • No puede empezar mejor la jornada. Aunque, para ser sinceros, si hubiese tenido que jugar algo me hubiese decantado por Sweet Idea, ésta, viajando siempre en medio, tiene un apunte pero no termina de decir nada y queda quinta. Siguiendo la ley de Murphy, en la siguiente apuesto y palmo, cosa que internamente sabía.

  • Frente al paddock está la parte posterior del edificio de la tribuna. En sus entrañas hay una sala enorme con mesas y sillas, pantallas por doquier, un bar y dos zonas de apuestas, una llamada Tote, que es la “oficial”, por así decirlo, y otra de William Hill, con retrasmisiones en directo desde otros hipódromos. Allí, una señora muy amable me explica un poco el tema de las apuestas, sin embargo, es donde dan peores dividendos.

  • La segunda es un Maiden clase 6 para 12 participantes sobre los 1200. Como si fuera nuevo, cometo el error de apostar en una carrera de no ganadores a un caballo que sale del cajón 11, justo antes de la curva (cosa en la que caigo mientras entra a su puesto) en una carrera que se va a correr a cuchillo. Las novedades me tienen obnubilado, qué se le va a hacer.

  • El papel de la carrera lo componen Razzam, High Ovation y Desert Cop con Inspired Knowhow como sorpresa, y, a la postre, el primer caballo al que apuesto en libras. Para empezar tiro por algo facilito, dos a colocado, cuya cuota está a 3/1 cuando la hago (cierra a 12/1 el ganador). Sin embargo, se queda en los cajones y su jockey trata de recuperar posiciones pronto, por lo que se queda sin fuelle a mitad de recta y queda en tierra de nadie, sexto, haciendo de bisagra entre el grupo de ganadores y los rezagados. Gana el número 1, Desert Cop, de azul marino con uve celeste, de nuevo en punta todo el recorrido y con un cuerpo y algo de ventaja, seguido por un debutante del que se hablaba bien en la previa y que tendrá mucho que decir en la próxima, Sharp Power, que se juega los cuartos en una pelea bonita con Hello Arthur.

  • La siguiente es otro Maiden clase 5, ahora sobre 7 furlongs y con 11 caballos. Los favoritos, Creme de Cacao, Mclean House y Starlight Nation, Naaser y Secret Contact, a la que animo en espíritu, las sorpresas. Al ganador, el 4, Mclean House, a franjas horizontales rojas y granates, no le apetece mucho entrar en cajones de primeras, pero una vez en pista deja sus veleidades y, cerca de la vanguardia, se cuela por dentro y gana fácil. Naaser, otro debutante, también por palos, remata desde atrás y vuelve con corazón para cobrar el segundo puesto tras ser sobrepasado momentáneamente por Starlight Nation, que se deshincha en los metros finales. Secret Contact no se mueve de la cola del grupo en toda la carrera.

  • Me llama la atención que poca gente sube al graderío. Éste, por otra parte, tiene pocos asientos (en comparación a lo que estoy acostumbrado), sólo 7 largas filas en las que veo las 2 primeras carreras en solitario, la gente se dispone en los sitios para estar de pie o en la pequeña pendiente que baja hasta los palos desde la tribuna. Desde allí veo esta carrera, no es que me guste mucho a pie de pista, para empezar porque se pierde la perspectiva y con ella toda la recta de enfrente y gran parte del final, sin embargo, lo hago para tener diferentes experiencias. También me resulta curioso ver a pocos aficionados con prismáticos, ya que la gran mayoría sigue la carrera en la pantalla de la pelousse.

  • La cuarta es otro Maiden, de nuevo en 7 furlongs para 10 corredores. Dutch Kingdom, Master of Chant y Rogue Thunder son los favoritos, con Vaudevillian como alternativa. Los favoritos no fallan y gana Master of Chant, de verde oscuro con uve rosa, corriendo al acecho y fácil, aunque los apenas ¾ de cuerpo con respecto a Dutch Kingdom pudieran decir lo contrario. Cierra el trío Prince Nabeel, que viaja en punta y cede durante los últimos doscientos metros.

  • Entre ésta y la siguiente le pregunto a un señor algo que me tiene escamado: por qué si Tote da mejores dividendos, nadie (o muy pocos) apuestan allí. Al principio se le ve reacio a la charla, sin embargo, luego se desata en una verborrea de la que no entiendo apenas casi nada, sólo que en Tote las cotes varían mucho y que mejor vaya a los bookmakers. Luego me pregunta él a mí acerca del fútbol español, cuando le digo que soy del Madrid, que la liga está un poco en chino, pero que la Champions es lo importante, me dice que apostará por ello, hecho que no pongo en duda.

  • Según salgo al paddock me llega un mensaje de mi padre con un tip. Después de haberle echado un vistazo rápido en casa al hándicap clase 5 para yeguas sobre 1400 metros, se decanta por la número 2, Kensington Agent. Había ganado un hándicap en su reaparición este curso y, a la siguiente, quedó segunda en una prueba mejor en pista y distancia (u over course and distance, C&D, como dicen los ingleses).

  • La experiencia es un grado, dicho y hecho, de azul con hombreras doradas, la yegua gana por una nariz en la carrera más emocionante del día, empujando desde atrás y metiéndose por uno de esos huecos que según se abren ya se están cerrando. Queda segunda Silver Nightfall, que, por los palos, pone en aprietos a la ganadora -no me disgustaba, pero entraba en el hándicap hoy-. En su lugar elijo a la 7, So Chic y juego mis primeras apuestas en los míticos puestos de los bookies, combinándola en gemelas con el soplo paterno. No obstante, hace más metros que nadie y se viene muy pronto (cosa que mascullo en la curva para mí mismo, como tratando de sujetar a la yegua con la voz), a media recta veo factible cobrar, pero se hunde para terminar cuarta, a dos cuerpos del bronce, que se cuelga Lordsbridge Girl. Kensignton Agent reporta un 6,5 a 1 nada desdeñable. ¿Su entrenador? Tony Carroll, que se apunta la segunda del día (después de Ok Pal) y que es el mejor preparador de las últimas dos semanas según el programa, dato que reviso luego (no estoy hoy muy espabilado).

  • Tras ésta, en un banco junto a Dessie viendo a los caballos de la sexta bajo una llovizna muy inglesa, pienso en que Silver Nightfall, “Anochecer de plata”, se ha colgado

  • precisamente la plata al anochecer. Cuando me hallo descifrando los ocultos códigos existenciales, mientras admiro la imagen nocturna del paddock y la lluvia que se ilumina momentáneamente a su paso por los focos, me saca de mis cavilaciones Golden Sands. Es un alazán rebelde que trae loco a su mozo porque no hace más que tirar coces, pero que se alzará con la victoria en el próximo hándicap clase 5 sobre la milla. Era una posible sorpresa frente a los favoritos Rogue Force y Sisters in the Sky. Juego a Rogue Force con el 11, New Shepard, que, siendo ganador en pista y distancia hace un año, hace luego una temporada discreta. Reapareció lejos a finales de enero después de no correr desde Mayo, y en esta su segunda, esperaba que pudiera dar la sorpresa, cosa que queda lejos de ocurrir. Golden Sands, de azul marino con rombos rosas, de nuevo en punta gana por un cuerpo a Sisters in the Sky, rematando por los palos. Queda tercero La Rav.

  • Me esperan las dos últimas sólo por disfrute, pues ya no voy a jugar más. De vuelta a los 6 furlongs de la séptima, hándicap de clase 3, me decanto por Count Otto, porque su chaquetilla, verde con estrellas rojas, es igual a la de la cuadra de Manumart, un caballo de nuestros hipódromos que siempre me cayó simpático. Además, le dan como alternativa junto a los favoritos: Silky Wilkie, Tolstoy y Spirit of Nuguru, que hacen el trío en este orden. El ganador, de azul cielo y hombreras naranjas, coge el primer puesto en escapada y no lo abandona nunca, le acompaña Tolstoy siempre, pero no es capaz acercarse a Silky Wilkie, que le saca tres cuerpos. Finalmente, aunque Spirit of Nuguru llega fuerte desde atrás, siguiendo el dicho aquel de “se pueden dar kilos, pero no cuerpos”, termina a un cuello del segundo puesto. Mi Manumart particular finaliza penúltimo. Quitando la primera carrera, que ha sido llegar y besar el santo, no ando muy fino en los pronósticos.

  • Viendo llegar a los jockeys de la última, confirmo algo que venía sospechando toda la jornada: aquí son de media más altos. Pruebo mi axioma con Daniel Muscutt, algo espectral, ya que es largo y fino como un palillo. Nunca hubiese dicho que es jinete de carreras si lo viera por la calle.

  • Como curiosidad, a pesar de que la jornada no ha sido uno de los días señalados en el calendario, con hándicaps y maidens (cosa que, por otra parte, a mí me importa poco), la categoría de este turf hace que salga a pista una potra, Krona, con los colores de Alpinista, la última ganadora del Arco del Triunfo parisino, a franjas horizontales verdes y blancas y gorra blanca. También -montando sin suerte hoy- he visto a quien le acompañara en aquella cita, Luke Morris, que en esta no se sube ya a la silla. Precisamente gana Krona en un paseo un hándicap clase 6 sobre 2400 metros o 1 milla, 3 furlongs y 219 yardas para 3 años. Como curiosidad, en esta distancia ganó aquí dos veces una tal Enable.

  • ¿Y cómo no? En punta -esto es algo que debo traer estudiado para el próximo día, pues de 8 carreras ganan 5 en vanguardia-. Le siguen Sexy Rexy y A Little Respect.

  • Tengo que salir corriendo porque hay que coger el primer tren de vuelta, pues me esperan otras tres horas de regreso. Desde la estación contemplo el reguero de gente que abandona el recinto, un par de cientos de personas, lo que no está mal para una humilde jornada un miércoles helado y oscuro.

  • Queda el parking en penumbra y la silueta de la grada recortada ahora contra los focos, mientras, todas las emociones se van serenando, durmiéndose en la noche. Aquí he estado, y aquí quedarán para siempre en mi retina las carreras de este anochecer. Y también algún día lejano, en cualquier otro hipódromo, se me vendrán al recuerdo difusas y oníricas, como un sueño remoto, las imágenes de mi primera visita a Kempton Park.








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