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Habrá pocos hipódromos en el mundo que arrastren el cúmulo de peripecias que convergieron en la construcción de este hipódromo de la Zarzuela inaugurado en 1941. Su materialización no puede ser explicada sin relacionarla con su precursor en la capital madrileña, el de la Castellana. Y llegados a este punto, y antes de relatar lo ocurrido y escrito en ese año, resulta obligado realizar una somera descripción del nacimiento de las carreras en nuestro país. |
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