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jueves 25 abril 2024







1941: Resumen del año


PREÁMBULO AL NACIMIENTO DE UN HIPODROMO

Francisco Salas

La historia de nuestras carreras arrancó en 1841, lo que sitúa a España entre las primeras naciones en cuanto a su arraigo. Puede resultar tentador el reto de acometer una investigación todo lo a fondo que permitiera la búsqueda en hemerotecas de lo acontecido en esos primeros tiempos, pero los más o menos someros estudios que hemos podido ir realizando, son concluyentes en cuanto a qué los nexos quedaron desgraciadamente rotos en casi todos los aspectos en el período de 1936-39, en lo que se dio en llamar Guerra Civil.

Si uno por uno repasáramos los diferentes apartados que constituyen y hacen posible las carreras, constataríamos que en lo relativo al protagonista primordial que es el caballo, sobre todo en lo que afecta a su continuación a través de la cría, imprimiendo los rasgos y la historia de una cabaña nacional, ahí, los daños serían totales; si comparásemos entre los propietarios o criadores, tanto da, de los años más próximos de uno y otro período, apreciaríamos que el recambio de personas ha sido evidente; aunque se mantendrá un fuerte vínculo a seguir participando, tendiendo a continuar entre las familias con títulos de nobleza, aquellos lazos que anteriormente las ligaron con el hipódromo. La síntesis de esas dos formaciones de propietarios y criadores se aglutina solidariamente entorno a la Sociedad de Fomento de la Cría Caballar de España, ente organizador de nuestras carreras desde esos inicios de 1841 y que de no mediar con su tenaz perseverancia en los años que van de 1932 al 40, no sabemos ahora de qué estaríamos escribiendo.

Para culminar el repaso de estamentos, restaría el sector mejor librado, cuan fue el profesional de jockeys y preparadores, principalmente apoyados los primeros en las posibilidades que su oficio de siempre ha brindado para tener con premura listas las maletas, pudieron mantenerse en actividad y peso en tierras galas o gibraltareñas durante todos los años de la contienda.

Al terminar la guerra civil el hipódromo de La Zarzuela sólo era un montón de ruinas

En cualquier caso la creación del hipódromo de la Zarzuela no debe explicarse aisladamente de los motivos que llevaron primero a su formulación, y que posteriormente, determinaron su ubicación y más tarde su accidentada construcción. Por ello se quiere dejar recogido en este preámbulo lo que hemos interpretado como sucesos claves que tendrán su satisfactoria conclusión con la inauguración de este hipódromo el 4 de mayo de 1941, que por esos caprichos de la vida, se produjo exactamente 100 años después del nacimiento efectivo de las carreras de caballos en suelo español.

MALOS TIEMPOS PARA LA HIPICA

Habrá pocos hipódromos en el mundo que arrastren el cúmulo de peripecias que convergieron en la construcción de este hipódromo de la Zarzuela. Su materialización no puede ser explicada sin relacionarla con su precursor en la capital madrileña, el de la Castellana. Y llegados a este punto, es casi obligado realizar una somera descripción del nacimiento de las carreras en nuestro país.

El Duque de Osuna

Las primeras manifestaciones conocidas en cuanto a organizar carreras en España son anteriores a 1841 pero es en esta fecha cuando cobran oficialmente carta de naturaleza. Como en el resto de naciones con tradición monárquica, están especialmente vinculadas a la nobleza. Tendrán como lugar de celebración escenarios naturales próximos a Madrid como son en ese tiempo el Paseo de las Delicias o la Casa de Campo. La tutela de las mismas, en un desempeño que se mantiene hasta nuestros días, corre desde los primeros momentos a cargo de la Sociedad de Fomento de la Cría Caballar de España. Son tiempos en que la principal personalidad ligada a las carreras es el duque de Osuna, presidente de la entidad, del que en su tiempo tomó cuerpo el disparatado rumor de que ponía a sus caballos herraduras de plata, fijadas con clavos de cabezas recamadas con diamantes.

Sin instalaciones fijas, ni hipódromo propiamente dicho, las carreras tienen en ese primer período una incidencia muy relativa entre la población de la capital. Este aspecto mejorará cuando Isabel II, la reina regente, tras algunas indecisiones, decide apoyarlas en 1884. Aunque será coincidiendo con el reinado de Alfonso XIII cuando la corona se implique abiertamente en esa actividad. El monarca correrá a sus caballos bajo la denominación de duque de Toledo, constituyéndose en una cuadra imbatible en su época. La suerte del hipódromo ira fuertemente vinculada a la de su corona, de forma que cuando el 11 de abril de 1931 se produce su abdicación como acción previa que provocará la proclamación de la II República, su condición de Presidente de Honor de la Sociedad de Fomento mueve por solidaridad a la mayoría de directivos del ente rector a plantear su disolución, planteamiento que se desbarata cuando Luis Figueroa, conde de la Dehesa de Velayos e hijo del conde de Romanones, asume la presidencia sucediendo al dimitido conde de Torre Arias.

En 1931 abdica el rey Alfonso XIII dimitiendo toda la directiva de la SFCCE

La suerte quiere que todos estos hechos coincidan con la cercanía del plazo en que expira la concesión en favor de la Sociedad de Fomento de los terrenos sobre los que se alza el hipódromo de la Castellana, marcado para 1933. Los planes del nuevo gobierno son concluyentes respecto a la suerte de este hipódromo: será demolido. Sobre esos terrenos se alzarán unos “Nuevos Ministerios” ; al tiempo que se dejará franca la salida hacia la carretera de Francia. Además su particular ubicación en el Paseo de la Castellana, está justo el eje donde el ministro de Fomento y Obras Públicas, Indalecio Prieto, ha establecido que se acometan las obras para crear el eje Atocha–Chamartín, que será pieza clave de su proyecto del “Gran Madrid” y que los madrileños, por inducción de los medios periodísticos conservadores que son antagónicos con ese proyecto, darán en llamar “el Tubo de la Risa”, en clara alusión de atracción verbenera. Este era el enclave próximo a los terrenos de Chamartín, en los Campos de Valverde, donde se había inicialmente pensado que se construyese el nuevo hipódromo.

La situación legal de los terrenos sobre los que se asentaba el hipódromo correspondían en la fecha en que fueron cedidos en usufructo a la Sociedad de Fomento, a propiedad del Estado, que posteriormente trasladaría esa propiedad al Ayuntamiento de Madrid, con la condición para los nuevos propietarios de que en caso de expropiar a los vigentes usufructuarios, antes vendría obligado a entregar un nuevo hipódromo a la Sociedad de Fomento, contemplándose, además, las pertinentes indemnizaciones.

En base a su nombramiento en 1931 al frente del estamento que como hemos dicho venía desde 1841 rigiendo los destinos de las carreras de caballos, le corresponde a Luis Figueroa, conde de la Dehesa de Velayos, la responsabilidad de ir visitando a los políticos de la época: entre otros Maura, Sánchez Albornoz, con el fin de procurar que se respetasen los acuerdos referenciados, de forma que para cuando la piqueta entrase en la Castellana para enero del 33, en correspondencia con lo legalmente establecido, se hubiese producido la entrega del recinto dónde se habría de dar nuevo albergue a las carreras madrileñas. Las conversaciones que tiene con el presidente Alcalá Zamora son, según declaraciones posteriores de Figueroa, poco alentadores. Mucho más esperanzadoras serán las que tenga posteriormente con Manuel Azaña, que en un gesto significativo acude a las carreras en otoño del 32, justo tras su investidura como nuevo presidente del gobierno de la República, que llegará incluso a ofrecer una subvención personal para favorecer el mantenimiento de la actividad de la entidad. Parecen momentos de especial sintonía donde se habla de instaurar un Gran Premio Presidente de la República.

Ambiente de la Castellana en una de las últimas reuniones en 1932

El 2 de enero del 33 se ratifica oficialmente la orden de caducidad para seguir utilizando por parte de la Sociedad de Fomento los referidos terrenos y no se ha registrado hasta ese momento ninguna subvención oficial que compense las cuantiosas inversiones realizadas en el ya derruido hipódromo de la Castellana. Respecto al nuevo hipódromo que en compensación debería haberse recibido, no se tiene para él fijada tan siquiera una ubicación determinada. En vista de lo cual se opta por la única alternativa que parece viable, desplazando toda la celebración de la temporada al hipódromo de Legamarejo situado en el término de Aranjuez. No será necesario culminar las 23 reuniones programadas ese año para valorar las cuantiosas pérdidas que suponen el traslado de la organización hacia aquella localidad, que son imposibles de compensar con el juego realizado por el muy escaso público que se anima a realizar tan largo desplazamiento para la época, acostumbrado como estaba a desplazarse andando hasta la Castellana, o tomando el tranvía desde San Antonio de la Florida, donde se iniciaba la línea de la Bombilla – Hipódromo, con término justo en este recinto.

Será en septiembre del 33 cuando empiece a tomar cuerpo el emplazamiento conocido como de la Zarzuela como posible asentamiento de las instalaciones del nuevo hipódromo. En esos momentos la presidencia del gobierno ha pasado a ser desempeñada por Alejandro Lerroux. Despejadas las posibles dudas sobre la agresión que la actividad podía representar para el entorno del Monte del Pardo, no será hasta el verano del 34 cuando finalmente se anuncie oficialmente que esa va a ser exactamente su ubicación. Para su construcción se convocará el oportuno concurso que deberá ajustarse a un presupuesto previamente asignado establecido en 3 millones de pesetas.

Tras la fracasada tentativa de Aranjuez del año anterior, el programa de la temporada madrileña del 34 se trasladará al hipódromo de Lasarte en San Sebastián, dónde las pérdidas no serán tan acusadas. Allí se desarrollará igualmente la campaña del 35 y se iniciará también la del 36, que no alcanzará más que hasta su quinta jornada el 12 de julio. Seis días después se producirá lo que, en polarizado y franco desacuerdo, unos llamarán alzamiento y otros, sublevación.

El Gran Premio de Madrid del año 1934 celebrado en Aranjuez

El proceso de su construcción se iniciará en 1935, justo cuando en España corrían los peores tiempos para cualquier emprendimiento. La parte de instalación que se logra construir hasta el 18 de julio de 1936 no escapará a los rigores de la Guerra Civil, dada su particular ubicación, tan próxima a uno de los principales escenarios de la contienda bélica como fue el de la zona de la Ciudad Universitaria, marco cruento que durante muchos meses sería en donde se localizase el principal frente de guerra entorno a la capital. Para complicar más esta pervertida situación, en junio y en los días que van hasta el 18 saldrá publicado el decreto que falla el concurso de adjudicación de la explotación del recinto en construcción que, para sorpresa y sinsentido de todo lo hasta aquí comprometido, no corresponderá a la Sociedad de Fomento; otro licitador ha ofrecido mejores condiciones abriendo el abanico de actividades fuera de las estrictamente hípicas.

CON ESTOS MIMBRES…

Tras un negro paréntesis que para los mejor librados se alarga por tres años, en 1939 se retoma la historia de este hipódromo de Zarzuela, alentada por quienes están en situación de ser los máximos interesados en que su proceso de construcción termine concretándose y así la Sociedad de Fomento, que sigue presidida por Luis Figueroa, presenta un balance recientemente cerrado al 31 de diciembre de 1939. Ahorraremos los pormenores contables de la entidad, que como puede imaginarse son muy negativos, para detenernos en su informe sobre los hipódromos en España: “no existe ninguno. Han desaparecido totalmente los de Barcelona, Sevilla y Legamarejo; el de Lasarte ha sido transformado en campo de aviación y atravesado por una pista de despegue de cemento; el de Madrid –Zarzuela-, cuya construcción estaba iniciada al comienzo de la guerra ha sufrido considerables desperfectos y sus obras están completamente abandonadas”.

Si el balance se traslada al número de caballos con posibilidades de participar en carreras, el resultado es igualmente descorazonador. Del repaso de hipódromos comentado, es el de Lasarte el que se desprende está en mejor situación para reanudar la actividad de nuestras carreras y allí, no sin que quede de manifiesto la participación entusiasta de todas las partes implicadas, tanto de San Sebastián como de Madrid, es dónde en el verano del 40 se programa y celebra la primera temporada tras tan diabólico paréntesis. En aspecto positivo está que el día 12 de enero queda sin efecto el fallo del concurso que en julio del 36 dejaba la suerte del hipódromo en manos de particulares, ajenas a la Sociedad de Fomento hacia las que ahora se le reconduce; aunque bajo una cierta tutela, más burocrática que real del Ministerio del Ejército a través de su Dirección de Cría Caballar. La propiedad de los terrenos pasará desde ahora a ser de Patrimonio Nacional, en tanto que la materialización de las obras se hace recaer bajo responsabilidad del Ministerio de Obras Públicas.

Cuando hablamos de que son 12 los ejemplares clásicos nacidos en el país tres años antes, el lograr los efectivos suficientes que puedan nutrir el campo de participantes de las pruebas resulta toda una peripecia. De cada animal uno de los 62 caballos participantes en sus 11 jornadas se podría contar su particular historia. Más que sobrevivir a la contienda, lo verdaderamente increíble es que hayan superado todavía de una pieza, la hambruna generalizada de la población sufrida a lo largo y ancho de nuestra geografía en todos esos años. Tan especial circunstancia en cuanto a tan reducido número de caballos, no tiene en ese justo momento forma de ser salvada, pues coincide con la ocupación nazi del territorio francés, un cerco al que por escasas horas se adelanta Charles Forest, atravesando la frontera con cinco ejemplares, que dados los estados carenciales de todo tipo que han afectado a los caballos autóctonos, les convertirá en obligados protagonistas de estas primeras temporadas. Se trata nada menos que de L’Astree, Hebecourt, Osny, Orhy y Palace Girl. Merin d’Or también logrará incorporarse a nuestros efectivos, merced a la ciudadanía alemana de uno de sus propietarios.

Posteriormente a estos hechos, pero también en intensa relación con los mismos, se producirá la incorporación de todos los efectivos de cría y carreras que el ciudadano francés de ascendencia judía, Edmond Veil Picard, (concretando una a prori difícil empatía del General con su circunstancia), entrega en donación al General Franco, en lo que cabe entender es la recompensa equina por permitírsele entrar a nuestro territorio con todos sus bienes y escapar así del acoso nazi en Francia. Esos ejemplares, en diversos casos de significado origen, serán transferidos por el General Franco a la Yeguada Militar, a través de la Jefatura de Cría Caballar, que les dará el destino adecuado, destacando entre los que están en edad de correr, Montfermeil, Blocus, Capri y Bauvallon, en tanto que entre los efectivos de cría se contaba el semental Filarete, junto a un nutrido número de hembras que pasaría desde esos momentos a formar parte del contingente reproductor de la Militar con los destacados resultados que se constatarían en el futuro.

1940: LAS CARRERAS DE MADRID EMPIEZAN A GALOPAR… EN LASARTE

L'Astre la mejor yegua 1940-41

Aquella temporada del 40 que arranca el 14 de julio en Lasarte, a falta de grandes dotaciones para premios, será especial en muchos sentidos, también en sus condiciones técnicas, dándose cita en su programa, además de las carreras propias de su temporada, los grandes premios destinados a los clásicos de tres años que se han celebrado posteriormente en su marco tradicionalmente y natural de Madrid: Poule, Nouvel An, Villamejor y Gran Premio de Otoño, pues no en vano es desde la Sociedad de Fomento en Madrid donde precisamente se promueve la realización de esa temporada. Los resultados allí producidos servirían para dejar una nueva muestra del talento que Charles Forest podía llegar a desplegar en la materia, ya que con su recién importada la tres años L’Astree, dejará pocos triunfos para que se repartan los machos que tuvieron la escasa fortuna de coincidir en su generación. Como imagen de mayor impacto entre sus triunfos quedaría para quienes lo presenciaron, el logrado en el Gran Premio de los Tres Años, venciendo también en el Gran Premio de San Sebastián y Gladiateur. Casi los mismos méritos pueden imputarse a Hébecourt respecto a los potros de 2 años, que como L’Astree, Osny, Orhy y Palace Girl tampoco salieron de vacío, demostrando todos ellos un potencial que se vería con creces reafirmado al año siguiente y que tienen en común, es un hecho a recalcar, pertenecer al conjunto de cinco ejemplares traído por Forest.

El escenario natural con título en vigor de ser el más antiguo campo de celebración de carreras de España, que detentan con pleno derecho las playas de Sanlúcar de Barrameda, recobrará su actividad el 19 de agosto de ese año con la celebración de dos jornadas que se nutren con la participación de caballos cruzados

1941: POR FIN LA INAUGURACIÓN DE LA ZARZUELA

Día 4, a las 4 de la tarde del primer domingo de mayo de 1941, las carreras de caballos en Madrid comenzaban a galopar nuevamente tras un paréntesis de 3.176 días. No obstante y especialmente para buena parte de los hípicos de antiguo cuño, todavía quedaba superar el trance del repentino fallecimiento, el 28 de febrero, del rey Alfonso XIII, personalidad que demostró siempre una vinculación máxima hacia nuestras carreras.

Vista general de la Zarzuela en la inauguración

Pese a lo alejado que ahora nos queda aquella jornada inaugural, los nombres de algunas carreras celebradas nos resultan relativamente cercanos y trasladan una interpretación de lo que en lo deportivo, ese día se estaba ofreciendo a un público, que en muchos casos acudía por vez primera vez al hipódromo atraído por el hecho de su inauguración. La primera cita en el programa del recién terminado recinto de Zarzuela respondía al alegórico nombre de Premio Primer Paso, una prueba que para los aficionados resulta innecesario advertir que estaba destinada a potros y potrancas que no hubiesen corrido; como tercera prueba de la tarde, el sempiterno Handicap Opcional para los tres años que tradicionalmente se ha celebrado en la jornada de apertura de casi todas las temporadas y al que durante muchos años han concurrido muy buenos elementos de la generación. La victoria corresponde a Orhy de Romanones, con ello esos colores podían mantener el prurito de haber ganado todo en lo que habían participado desde la temporada de Lasarte, siendo para Osny, a medio cuerpo, la segunda plaza.

Para festejar la especial efeméride, en el lugar preferente estaba programado un Handicap de Inauguración que con 20.000 pesetas de la época, que para establecer una adecuada comparación en lo económico, cuadruplicaba en dotación a la del Opcional y se quedaba a tan solo 5.000 de la de los grandes premios de la temporada: Gran Premio de los Tres Años y Capitán General Franco. El triunfo en la prueba fue para Merin d’Or, que dicen las crónicas ganó con una facilidad impropia para un handicap (aunque la Guía de Carreras, incurriendo en errata, la establece en ½ cuerpo), si fue así, es en todo caso disculpable para el handicaper responsable, pues pocos handicap habrán resultado más difíciles de establecer que éste primero, del retorno de las carreras a Madrid. Completaban la jornada los premios Antivari, Játiva y el Titania para cruzados.

Merind'Or primer ganador importante

Al Militar Camprodón (Who’s He y Punta Cires), montado por Victoriano Jiménez y preparado por G. López de Letona, juntos y en pro indiviso, les corresponderían los honores de ser los primeros ganadores en ese recinto, al imponerse cómodamente a su compañera de colores Centella, y a un tercer rival, que en justa correspondencia con su nombre, Pundonor, hacía lo que podía, llegando tercero. Aunque esto de los nombres no hay que tomárselo a broma, al memos en lo tocante a Pundonor, pues corrió trece veces ganando sólo en dos, pero colocándose en todas las demás que corrió en ese año.

La tarde se completaba con lo que andando los tiempos no se dudaría sin empacho, en aplicar el término “hat trick” ; tres triunfos pues de la Yeguada Militar; aunque los correspondientes a Beauvallon y Capri sean provenientes de la “donación” de Veil Picard. Victorias que igualmente compartían el preparador Emilio López de Letona y el habitual jinete de esos colores, Victoriano Jiménez, mérito que el número 2 de GALOPE, le reconoce como su “Figura del domingo” y del que por algunos pasajes de lo escrito, puede interpretarse que se estaba “vendiendo algo” y que en esos momentos Victoriano es un jockey desaprovechado; circunstancia que en absoluto se producía. En la clasificación de méritos de ese día el jockey José Perelli, con dos triunfos, no salía nada mal librado entre los galardonados de aquella tan puntual celebración. La fecha en sí es para festejarla adecuadamente y al efecto se contratan los servicios de Perico Chicote, que ya despunta como barman famoso y que será quien ofrezca un “cocktail” para la ocasión.

Quienes allí estuvieron para bien verlo y mejor contarlo, nos trasladaron las emociones de aquella tarde inaugural en unas breves líneas que son recogidas en el número 2 de GALOPE, revista de la que por la coincidencia en publicar su primer número en este año hacemos a modo de ficha, una somera descripción de su contenido, trayectoria y otra varia información.

“Gente, gente y gente. Masas de gente que acudían en oleadas, que llegaban en autobuses, en coches particulares, a pie, incluso a caballo, que desbordaban de las taquillas y de las tribunas, y agotaban las entradas y los tacos de las apuestas; y los programas y la capacidad de atención de los empleados; masas de personas que acudieron desde primera hora, llenas de entusiasmo anticipado, en esa feliz disposición de ánimo que permite excusar las inevitables deficiencias de una puesta a punto lograda en horas veinticuatro, y que de golpe dejaron chico un hipódromo cuyas dimensiones a tantos parecieron exageradas. Una jornada triunfal, en suma, que habrá servido de respiro a los directivos y al gerente de la Sociedad organizadora.”

Por su dotación y el régimen especial de su matriculación anticipada, las carreras que representarían los grandes hitos de aquella primera temporada en Madrid eran el Gran Premio de los Tres Años o Villamejor, el Capitán General Franco y el Gran Premio de Madrid, carrera esta última que se constituía como la mejor dotada con 60.000 pesetas, hegemonía que siempre mantuvo entre las pruebas del calendario madrileño. Un total de 32 jornadas fueron programadas para ser celebradas en el recién inaugurado hipódromo, repartiéndose en ellas un total de 976.000 pesetas.

La revista oficial que es GALOPE estará en el papel que le corresponde, respaldando con algunos artículos las líneas emprendidas por la organización. Así se glosarán las excelencias del “pura sangre” como excelente mejorador para todas las razas locales de diferentes países y de paso, elevar la significación de las carreras, en las que algunos parecen no interpretar más que un mero espectáculo. Para su argumentación publicará un artículo que llevando por título “El Purasangre semental de cruzamiento” mostraba el trasfondo que para la crianza en general tiene la práctica de la probanza por medio de la competencia en las carreras.

El caballo cruzado adquirirá un cierto protagonismo en estas primeras temporadas favorecido por el hecho de compatibilizar algunos ganaderos esta cría, con la del PSI. Con este tipo de caballos también se aseguraba la programación de una carrera por jornada con un aceptable número de participantes y unas dotaciones para premios muy bajas. Pese a que los jinetes se expresaron casi siempre sobre la menor franqueza de este caballo respecto al inglés en cuanto a obedecer las órdenes dadas en el recorrido, que no debía ser el caso de Chiflona que se erigirá en dominadora de esta división con seis victorias. En todo caso existían razones que invitaban al mantenimiento de tales carreras, al menos en esos momentos. Es posible que pese a todos las coyunturales argumentaciones en favor de su incorporación al resto de carreras, existiesen posiciones discordantes en tal sentido. Esta podría ser la razón de un artículo de apoyo de título “Los sementales Cruzados”, publicado una semana después del insertado en beneficio de la interpretación de las carreras como un hecho de la mayor trascendencia. La redacción correrá a cargo del secretario de la Sociedad de Fomento R. DE C. (entonces conde Ruiz de Castilla y después conde Guaqui) y vendrá también a decantarse por el interés de su utilización y la proliferación de su cría. Lo que no impedirá que llegado el momento en que aumentaron los nacimientos de pura sangres, se diera de lado a este tipo carreras.

Como prensa oficial que la revista GALOPE es de la Sociedad de Fomento, ente a su vez interesado en que prospere la asistencia y consiguientemente el juego, al citado semanario le compete la difusión de noticias como la que ahora puede resultarnos inefable que ilustra la portada de su número 8. Una aficionada se embolsa la que interpretamos fue una cifra record hasta ese momento. 3.262 pesetas por solo 5 puestas en juego.

Afortunada aficionada

El dato permite situar la recaudación para esa apuesta entorno a las 9.000 pesetas, si le añadimos el 35% que del fondo jugado el organizador vendría a retener para sus arcas. Multiplicado por las más o menos 22 distintas apuestas que entre ganador, colocado, gemela y doble suponían, nos dan, groso modo, el volumen jugado y las retenciones practicadas por jornada. Lo que representa un dato; aunque no sepamos para qué pueda servir hoy en día.

El 18 de mayo tiene como principal carrera de la jornada una prueba especial, el Premio Centenario de la Sociedad de Fomento que viene a conmemorar la efeméride de tan destacado acontecimiento. La victoria corresponderá a Le Blond, un pupilo del en ese momento presidente de la misma, el Conde de Velayos, que montado por Leforestier supera por apretado margen a Rex y Beauvallon, que constituyeron todo el campo de una carrera que adivinamos debió tener una carga de emotividad especial para su propietario, dadas las circunstancias que concurrieron.

Castelló se impone en una Poule que parecía destinada a Leri, a tenor de lo antes registrado en el Cimera (en aquel tiempo todavía eran dos carreras distintas), pero al que perjudica ostensiblemente, primero una salida en falso que le llevan a realizar un esfuerzo suplementario de 600 metros. Después se quedará claramente en la salida, equivocándose su jinete cuando decide enjugar la diferencia en un breve tramo del recorrido. Leforestier, que sobre esto sabía un rato, espera a que tanto Leri como el conductor Long Legs acusen lo precipitado del esfuerzo y cuando considera oportuno, lleva a un cómodo triunfo a Castellón. En esa misma jornada y sin todavía poderlo saber ninguno de los protagonistas, se está produciendo un duelo en la cumbre, en el premio Corpa (Handicap de Primavera) entonces para tres años, cuando Osny, de Covarrubias, deja una muy buena impresión batiendo en cerrada lucha a Quo Vadis y Hébecourt.

Castellon-Forestier (Poule)

En una prueba civil-militar que se celebra el 12 de junio y que responde al evocador nombre de Adolfo Botín, se producirá el debut en pruebas de hipódromo de un jinete militar que el programa recoge con el nombre de Ossorio, y aunque no suele ser la norma debutar y ganar, el jinete en cuestión, frente a ocho rivales, consigue llevar a la victoria con monta medida en punta, al 5 años Syringa, aunque, claro, nos estamos refiriendo a quien con el correr de los años sería mundialmente conocido por el nombre de su título nobiliario: efectivamente, se trataba del Duque de Alburquerque.

La victoria conseguida por Orhy frente a Osny en el Opcional, experimentará alternancia en ese orden con la disputa del Nouvel An, correspondiendo aquí la victoria al de Covarrubias y precediendo ambos en meta a Hébecourt. El paso a los 2.400 para esta generación viene representado por la disputa del Nacional en la que, un tanto sorpresivamente, resulta vencedor Océano, cuarto en la Poule, que aquí, con Perelli, supera en decisión a los tres que le precedieron en aquella carrera: Castellón, Long Legs y Bienvenido, que entran por aquel mismo orden. Especialmente el segundo,








 

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