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sábado 27 abril 2024







“EL DOPING”


GALOPE (sin autor) 1941

Una de los medios menos escrupulosos y más reprobables para ganar carreras o cobrar grandes momios en las apuestas es la administración por vía sanguíneas, digestiva u otra cualquiera de excitantes que producen un efecto de sobrenatural esfuerzo en el caballo.

En España, donde casi no existen los “bookmakers” y las apuestas mutuas no compensan esta medida no suele usarse; pero en el extranjero suele verse con alguna frecuencia en quien no atendiendo al mejoramiento de la raza y sólo pretende lucrarse personalmente por el momento.

Estos productos químicos, sea cual sea su naturaleza, se administran al caballo un determinado tiempo antes de la celebración de la carrera; pero en muchos casos el efecto es contraproducente, por haber calculado mal el tiempo de anticipación con que había de suministrarse, o por otra causa. Su empleo se conoce con el nombre de doping, y el caballo que está bajo sus efectos se dice que está dopado.

En todos los Códigos de Carreras del mundo se castiga su empleo, y en algunos hipódromos al terminar cada carrera se recoge la saliva del ganador y de los colocados para analizarla, y basta el menor detalle de su presencia para ser descalificado el caballo en cuestión. En España se hace en los grandes premios y siempre que los comisarios, por sí o por petición, lo consideren preciso.

Muchos son los productos que para ello se emplean; pero nosotros nos limitamos a señalar los más usados:

La estricnina y la cafeína, de análogos efectos, excitan la función motril y circulatoria, aumentan la circulación de la sangre y aceleramiento de las pulsaciones. Su abuso trae la inmediata decadencia del corazón.

La morfina y la cocaína producen en el caballo efectos completamente contrarios a los producidos en el hombre. En éste provoca un sueño o estado hipnótico, y en aquél, por el contrario, aumenta la excitación muscular, inyectadas en el sistema conjuntivo, con una marcha briosa.

Y, por último, la heroína, posee mayor grado de toxicidad que las anteriores: con su empleo se obtiene una fortísima excitación, hasta el extremo de volver inconsciente al animal y precipitarse como una máquina en desenfrenada carrera con respiración y circulación en enorme aceleramiento.

Todas estas drogas dejan al caballo en una postración inmensa, le producen una grande presión y agotamiento al siguiente día, alterándole las funciones digestivas y los músculos; de los que son frecuentemente inyectados se quedan completamente intoxicados.

La morfina presenta sus efectos a los treinta minutos de la inyección; la heroína tarda más, de los cuarenta en adelante; estas dos sustancias son eliminadas a los tres días. La cocaína hace sentir su efecto a la media hora, y así todas las demás.

Muchos son los sistemas empleados para el reconocimiento de estas materias, encontrándose con seguridad detalles de su existencia en el organismo del caballo; pero hasta ahora el que mejor resultado ha dado ha sido el de analizar la saliva.

El origen proviene de América del Norte y en algún tiempo estuvo tolerado por las Sociedades de carreras como uno de los medios de preparación; pero al comprobarse el pésimo resultado en los descendientes, fue terminantemente prohibido, y además, castigado su empleo.

Con gran conocimiento del asunto decía el glorioso Botín en su libro “El noble bruto”: “Nosotros, hasta aquél que no encuentre razones de orden moral para abstenerse de emprender el estudio de la práctica del doping, le recomendamos dejarla por difícil” Y luego añade “Si no nos hacen caso perderán, por su culpa, muchas más carreras de las que haga a ganar; y también algunos buenos caballos”

Citaremos como dato interesante, lo ocurrido en España, cuando estaba permitido el doping por desconocerse sus dañinos efectos para la carrera y sus funestos para el organismo del sujeto dopado. Se matriculó en una carera de venta un caballo cruzado, destinado hasta entonces a la caza; se hizo público que iba a ser dopado, y todo el público que acudía entonces al Hipódromo presenció con curiosidad como ingería una zanahoria con la correspondiente pildorita mágica .El caballo salió y ganó la carrera al paso. Ocho días más tarde volvió a correr el caballo, sin dopar ; contra los mismos enemigos y no figuró en ninguna parte.








 

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